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miércoles, 23 de julio de 2014

Ecos

Hemos culminado la semana de misión. Ha sido, como siempre lo es la experiencia de acercarse a lo humano, bastante denso, y en un primer momento nos deja con muchas imágenes y sentimientos mezclados y difusos, que poco a poco se irán asentando, con la ayuda del tiempo y del compartir la experiencia, que es para lo que tenemos preparado el tiempo que viene. Acercarse a los migrantes, de forma gratuita nos ha enseñado que por detrás de sus historias y situaciones siempre hay una persona como uno mismo, con deseos, sueños, memorias, y donde habita el mismo Dios. 

También nos ha enseñado que la misión no es una simple atención al frágil o al necesitado, pero que nos muestra que cada uno de nosotros también es frágil y necesitado y que ellos, a su manera, también nos están ayudando. Reconocemos que por detrás de los habitantes de los albergues hay un sinfín de cosas que podemos aprender, y compartir: habilidades, música, fortalezas, experiencias de un Dios encarnado. Y acercarnos desde lo más sencillo es lo que ha permitido compartir lo más profundo, de tal forma que las despedida se hace difícil, aunque haya sido poco el tiempo de contacto. La disponibilidad abre la posibilidad del encuentro con cada uno que deja para nosotros de ser un simple migrante y pasa a ser un amigo, con nombre y rostro. Como quisiéramos que el tiempo de misión les haya traído algún consuelo, o alguna esperanza, ojalá que así sea, y que si, hayamos podido “salvar vidas”, aunque ellos tal vez sean quienes han salvado un poco la nuestra.  

A las personas que trabajan constantemente con los migrantes, nuestra profunda admiración, pues hemos visto una pequeña muestra de las dificultades que se presentan, de lo difícil que es manejar las situaciones, muchas veces ambiguas, y que sin embargo ahí están estos trabajos que tratan de hacer con que a pesar de todo, sea menos dura la incertidumbre. Quedamos con la sensación de no poder diferenciar “buenos” de “malos” , como tal vez pensábamos, y  que todos tienen dignidad y derecho de ser escuchados y atendidos. 

¿Y qué nos queda después de esta semana? Pues tratar de que se queden en nosotros fragmentos de lo vivido, y que eso nos haga personas mejores para los demás, que reconozcamos nuestros prójimos en cualquier situación, y como dice el Evangelio: “fui extranjero y me acogisteis”, cada uno de los migrantes con los que tuvimos contacto, son un poco el Jesús que nos lava los pies. Que nos libra de la indiferencia y nos hace más humanos. Queda por fin, llevar esto para la vida diaria, del común y corriente, de nuestras misiones en lo cotidiano. 

¡Gracias!

Les mouvements extérieurs des mouvements intérieurs

         A la fin de la mission, des moments d'intériorisation, de centration psychique et corporelle, et des ateliers d'expression artistique nous ont été offerts, au sein d'espaces spécialement dédiés à cet effet, et ce dans le but de nous aider à faire vivre, revivre et extérioriser nos mouvements intérieurs, émotions et sentiments accumulés au plus profond de nous au cours de cette semaine de mission très intense, tant sur le plan physique que psychologique. Pour ma part, c'est en laissant s'épancher sur le papier, les mots reflétant mon état émotionnel intérieur et ce, en l'associant à l'expression corporelle, que j'ai pu mettre en route un processus d'assimilation et de libération des sentiments douloureux qui m'habitaient et ainsi, aboutir à une véritable renaissance. Voici un des résultats de ce processus d'extériorisation des mouvements et sentiments intérieurs qui ont été violemment déclenchés et remués au cours de mon expérience de volontariat, ainsi que de la tonalité finale laissée par l'expérience vécue :

Rêver d’un ailleurs meilleur
et s’enfuir de l’enfer d’hier.
A l’aurore, s’enfouir dans l’horreur,
d’un nouveau jour tinté d’hiver.
Ramer, désarmé dans la torpeur,
au flot de l’effluve des peurs,
A l’aube, prisonnier, traverser,
le fleuve fané par tant de pleurs.
Et fragilisé, souillé, bafoué,
fouler enfin, le lourd chantier
 d’une Terre guerrière.

Comment tolérer l’intolérable?
Comment accepter l’inacceptable?
Comment supporter l’insupportable?

Rêver d’un avenir meilleur et s’enlacer d’humilité, de pauvreté,
Pour que la Foi puisse figer, la force faible de l’inhumanité.
Je veux être messagère sans frontières,
De paix et de lumière,
Pour étreindre les plaies et les peines gravées
Laisser s’épancher les cœurs pillés
Et déposer en leurs abimes solitaires,
Une harmonie très claire, une mélodie solaire.

      Au-delà de la douleur et de l'indignation causées principalement par l'écoute des témoignages de vie poignants des migrants rencontrés sur ma route au cours du mois de juillet, je ressors de cette rencontre vivante, avec un sentiment de joie et d'espérance très forte, et avec le sentiment que je peux faire bouger les choses, par ma présence, le don de soi, en étant moi tout simplement.

 
      Pour conclure cet article, je voudrais dédicacer ce court poème à CAFEMIN, la maison d'accueil de migrants dans laquelle j'ai été volontaire durant une semaine avec 7 autres personnes de la rencontre: un espace de vie et des personnes qui déploient tout leur cœur, pour créer et pouvoir offrir un espace d'Humanité:



                                                               Ne jamais Capituler
                                                                 Toujours Avancer
                                                                      Avec Foi et Fraternité
                                                                              Etre dans un accueil évident
                                                                         En Marche vers la dignité
                                              De l’Homme dans son Intégrité
                                                                          Et Ne jamais renoncer


                                                                                                                                  Aurélie (Francia)
 

Como despedirnos de Cafemin?



« Pour moi, la semaine à Cafemin, fut une expérience difficile. Sans comprendre ni parler bien l’espagnol, mon expérience a été bien différente de celle des autres.
J’aurais aimé pouvoir discuter et partager plus avec chacune des personnes présentes, car je suis intimement convaincue que toutes ces personnes ont des choses magnifiques à partager.
Mais je sens que cette expérience m’a donné de la force, pour d’autres expériences, en France, ou ici, quand mon espagnol sera meilleur ! » (Anne-Laure, France)



"Creo que lo más difícil de la experiencia de CAFEMIN, por lo menos para mí, fue la despedida. Después de compartir toda una mañana cocinando galletas y diferentes platillos típicos de Honduras (Baleadas), El Salvador (Pupusas) y México (Enchiladas verdes), nos sentamos a comer todos en grupo acompañados por las hermanas Miriam y Margarita, las residentes mayores que ayudan en CAFEMIN, José Luis y 3 nuevas mujeres con sus niños.
Por primera vez desde que habíamos llegado, sentíamos las cosas distintas. Los niños jugaban entre sí sin pelear y dándole su espacio a los adultos, mismos que a su vez, estaban también conviviendo y compartiendo entre ellos, cantando, riendo, etc.. Pero llegó el momento del cierre, el momento de la despedida.
Sentados en círculo, comenzamos a compartir lo que cada uno se llevaba en su mochila de la experiencia, haciéndoles saber lo importante que había sido para nosotros el haber podido compartir experiencias, historias, risas, abrazos, sonrisas, llantos y juegos. Así como también, lo mucho que nos habían enseñado con su fuerza y sus ganas de ejercer su libertad y salir adelante.
Gran sorpresa nos llevamos todos, cuando ellos compartieron con nosotros lo que ellos se guardaban en sus corazones. ¡Por primera vez en mucho tiempo se habían sentido en familia!, con ese sentido de fraternidad y libertad que para nosotros es tan común, pero para ellos es un lujo. Compartían también con lágrimas y sonrisas su dolor por saber que no volverían a vernos.

Nuestra gran confirmación de que Dios había obrado y ablandado corazones a través de nosotros, sus instrumentos, fue el momento en el que José Luis compartió que no sólo habíamos sido voluntarios de paso, sino que les habíamos recordado lo que se puede lograr a través del amor y la escucha. El gran giro que había dado la convivencia entre las migrantes y los niños, así como las ganas de continuar con el proyecto que empezamos. 

Por eso hoy doy gracias a Dios por permitirnos ser testigos del trabajo que hizo a través de nosotros." (Maria, Mexico) 



"Ayer la pausa ignaciana se trasladó a Cafemin. La hermana Miriam, directora del centro, nos sorprendió al grupo con esta despedida. Creó el momento de encuentro “voluntarios y migrantes”, todos por igual, con la gran necesidad de expresar y decir todo lo que nos  ha ido ocurriendo esta semana.  

Podemos resumir esta semana en agradecimiento mutuo, de las dos partes que se han transformado en una, sin más. Nosotros agradecimos la acogida de su parte, el valor de abrirnos sus corazones, sus vivencias, sus experiencias, permitir que sus hijos jugaran con nosotros y que participaran en las actividades. Ellos agradecieron la compañía, el trato humano, digno, de personas iguales ,la risa y las propuestas. 

Qué rabia y qué indignación escuchar que te agradezcan que trates bien a las personas, cuando en nuestras realidades suponemos que entra dentro de lo cotidiano. 

CAFEMIN ha sido una etapa breve de transformación en nuestros corazones. Por una parte convivir con la cotidianidad de las personas que trabajan allí, acostumbrados (a días más y a días menos) a ver el abuso de los derechos humanos ,habituados a  escuchar, animar , apoyar a toda esa gente que camina para vivir de una manera digna y siempre manteniendo la sonrisa y  luchando por lo que se cree: “ la justicia”. Por otra parte “los migrantes”, los caminantes , los valientes guerreros que luchan por sus vidas y buscan mejorar sus situaciones para poder vivir con la dignidad que todo ser humano se merece. Con ellos hemos descubierto en lo sencillo , en los juegos, en la cocina,  a personas lindas, como tú y como yo , que quieren abrazos, que aman a sus hijos, a la vida, que tienen ilusiones, que tienen sueños y que lo único que los separa de nosotros son las barreras de la injusticia y el dolor. Barreras y limitaciones  creadas todavía por muchas personas que no creen en la equidad ni en la igualdad. 

Esperamos que esta rabia e indignación que hoy sentimos sirva para enviar gritos de conciencia, crear motores de lucha que acaben con estas barreras que muchos ciegos no son capaces de ver o no quieren ver." (grupo Cafemin)